sábado, 24 de julio de 2010

Crítica de Alberto Catena - Diario La Nación.



Allá donde fuéramos. Versión libre de Las troyanas, de Eurípides. Libro y dirección: Constanza Maral. Con Constanza Maral, Carlos Alvarez, Gloria Husmann, Angeles Arias, Georgina Bernard, Jorge Booth, Andrea Kiperman, Kary Belossi y Beatriz Elffman. Escenografía y vestuario: Aníbal Duarte. Iluminación: Jorge Leyba. En Dandelión, Córdoba 2429, primer piso. Los viernes, a las 21, y los domingos, a las 18. Duración: 70 minutos.
Nuestra opinión: buena

Obra estrenada en el 415 antes de Cristo, Las troyanas de Eurípides tiene como tema central la denuncia de los horrores de la guerra, un estigma que ha perseguido y desangrado a la humanidad desde los lejanos tiempos de la historia y que, como lo demuestran Irak o Afganistán, sigue despedazando a algunas sociedades del presente. Su peripecia muestra el inhumano sufrimiento de las mujeres de Troya que, tras la derrota de su pueblo, esperan ser llevadas como esclavas a Grecia.

En el texto de Eurípides, los principales responsables de la guerra son los hombres, no los dioses. Esa mirada coloca el tema en el terreno concreto de los intereses de los mortales y permite una lectura más real del conflicto y más afín a un tratamiento contemporáneo. La figura nuclear de la pieza es Hécuba, la anciana reina de Troya a la que Eurípides le había dedicado años antes otra tragedia, con su mismo nombre, donde la exhibía peleando por lograr, con el consentimiento de Agamenón, el castigo de Poliméstor, asesino de su hijo menor Polidoro.

En este nuevo relato, Hécuba tiene un perfil menos filoso que en la tragedia previa. Es un personaje más concentrado, recogido en su dolor. Tal vez esa característica es la que impulsó a la autora del libro de esta puesta -y a la vez protagonista y directora del espectáculo, Constanza Maral- a darle a la versión una tonalidad general de intensidad contenida. Que, obviamente, en un anfiteatro griego no hubiera funcionado, pero que en ese pequeño espacio de representación que ofrece su teatro es adecuado.

La atmósfera visual lograda por la puesta es muy atractiva. En especial por el efecto que producen, sobre un fondo de cortinas oscuras, los distintos colores del vestuario o los recortes lumínicos. Es muy sugestiva la imagen primera del escenario con las mujeres enrolladas en sí mismas, como si fueran diminutos montículos ubicados en círculo, que luego se abren a la luz.

En la actuación, la expresividad está más ubicada en los gestos, sobre todo en Hécuba, que capitaliza sobre ellos mínimas y condensadas manifestaciones del dolor de todas las mujeres. En la transmisión del texto, el rendimiento es desparejo y algunos intérpretes aciertan más que otros en la fuerza dramática o tersura de la elocución. En el conjunto, los más destacados son los trabajos de Constanza Maral, Carlos Alvarez y Gloria Husmann.

Alberto Catena

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