jueves, 16 de septiembre de 2010

Revista El Abasto


Entrevista a la actriz y directora teatral Constanza Maral

Un sueño hecho teatro

Balvanera, por excelencia el circuito más importante de la ciudad, suma estrenos a su cartelera de espectáculos. Desde hace algunos meses cuenta con el Espacio de Arte Dandelión, ubicado en Córdoba 2429, 1ro derecha, dirigido por la reconocida actriz Constanza Maral.
A pesar de que no tenga carteles en el frente, la fachada antigua del edifico de la ruidosa avenida encierra una gran sorpresa en su primer piso. Al recorrer el departamento-sala se pueden apreciar fotos, cuadros, muebles; todo refiere a algún momento en la vida de la actriz. Este espacio está dispuesto para que el público comparta junto a Maral la inmensa alegría de abrir las puertas de este teatro, de este “sueño”, tal como afirma con orgullo.
El clima que impera refiere a intimidad desde el primer momento. Esta sensación es “para que los espectadores empiecen a participar del rito” teatral, que luego se refuerza durante la obra, según la actriz. Además de la sala acondicionada para 45 espectadores, Dandelión posee un living para el habitual brindis posterior a la obra: “Otra forma de estar cerca del público”.
Este carácter intimista y cercano fue la columna vertebral que marcó el rumbo de Constanza. “Mi primer maestro fue Roberto Durán, quien siempre hablaba de los teatros-casa, los lugares para tener relación directa con los espectadores. Una vez le dije “maestro, un día voy a tener un estudio como usted”. Fue en 1973, él me respondió que era muy chica para pensar en eso”, evoca.
“Creo en el destino”, es la frase con la que introduce la historia de cómo llegó al lugar que es hoy Dandelión. Estuvo a fines de la década del noventa en el cuarto piso, luego peregrinó por la ciudad, casi se instaló en Palermo, pero, para fortuna de los abastenses, tal como un tango, al final volvió para el barrio.
Al día de hoy ya pasaron varios meses desde la apertura de la sala y ya son varias las funciones desde el estreno de Allá donde fuéramos (obra que dirige y actúa) a fines de marzo. “Fue todo un proceso”, define Constanza. Y aún lo es, al hablar con ella se percibe por momentos la veta de actriz, pero por otros queda en evidencia el rol de directora de la sala, que está en todos los detalles para que a la hora en punto de la obra el público pueda disfrutar de la función.
Por si fuera poco, se carga al hombro el rol de docente. Los miércoles y jueves recibe a sus alumnos, muchos de ellos son parte del elenco de… Allá donde fuéramos. También para este mes prevé realizar un seminario intensivo para aquellos que nunca hayan pisado un escenario. “Se trata de dar un primer acercamiento al teatro, para ver si se sienten lo suficientemente provocados”, adelanta.
Con respecto a su carrera, a pesar de tener cerca de cuarenta años de actuación en televisión, destaca, como el momento que más la marcó, su participación en Teatro Abierto, en 1983. “Me pareció fantástico haber formado parte de ese grupo de profesionales. Además, mientras que lo hacía estaba consciente de que eso me hacía feliz, de que eso era importante”, recuerda.
Sobre qué espera dentro de la salda Dandelión, Maral lo compara con el momento en que uno “ve algo genuino en la calle, desde una pareja besándose de una forma maravillosa, una pelea o un accidente, es algo que te atrapa y no podés dejar de verlo”. “Es ahí cuando se produce el milagro del teatro, en la sala el silencio grita, cuando se produce el más profundo de los silencios significa que todo el lugar está en comunión. Es cuando el público y los actores abren su corazón”, señala.
“Voy a seguir insistiendo con este lugar. Ahora hay nuevas preocupaciones, programación, fijar un rumbo en las obras en cartel”, detalla Constanza sin que el reto le quite emoción a sus palabras. Hace décadas el desafío de tener un teatro fue el motor que desveló a esta actriz. Constanza, años después y para el deleite de los vecinos de Balvanera, ahora esta empezando a cumplir este sueño. Como para no creer en el destino.
J.M.C.

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Allá donde fuéramos…
No dejaremos que el hijo de ninguna mujer vaya a la guerra. “Esta tragedia griega, escrita por Eurípides, hace mención a las troyanas, quienes dicen que la guerra de Troya se hizo por una mujer, Helena”. Otra versión afirma que en realidad “fue por el estrecho del Helesponto, que tenían los troyanos, pero querían los griegos porque es el paso que unía oriente y occidente; un paso clave para el comercio. Con la guerra de Troya la que pagó por esta ambición fue la gente, que perdió la vida, la pertenencia. En esta versión quise hablar de este tema, tan actual a pesar de los siglos de distancia”. Funciones: viernes 21 y domingos 18 hs. http://alladondefueramos.blogspot.com/

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Revista El Abasto, n° 124 , septiembre 2010.

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Blog "Parte del Show"


Hasta el 24 de septiembre continúa en cartel "Allá donde fuéramos", versión del clásico de Eurípides "Las Troyanas", adaptado y dirigido por Constanza Maral.

Con excelentes críticas y repercusión de público, la obra recrea lo ocurrido partir del último día de la mítica guerra de Troya (enfrentamiento bélico narrado en los poemas épicos La Iliada y La Odisea, de Homero) entre los ejércitos comandados por los reyes griegos y los habitantes de la ciudad de Troya. Ese día los vencedores entran a la ciudad en ruinas y toman como esclavas a las mujeres sobrevivientes del bando contrario: las "troyanas", que dan título a la pieza. Estas mujeres se debatirán entre el orgullo de no rendirse y el dolor por su propia suerte y la pérdida de sus seres queridos.

Actuan: Carlos Alvarez, Ángeles Arias, Kary Belossi, Georgina Bernard, Jorge Booth, Beatriz Elffman, Gloria Husmann, Andrea Kiperman y Constanza Maral.

La obra se presenta en el teatro "Dandelión", una nueva sala, inaugurada por Constanza Maral.

"Dandelión": Av. Córdoba 2429 (casi Azcuénaga), primer piso, derecha.
Funciones: viernes 21 hs y domingos 18 hs.

Reservas al TE: 4961-3259
Localidades: $50

http://www.partedelshow.com.ar/noticia/alla-donde-fueramos-las-troyanas

domingo, 25 de julio de 2010

Crítica de Silvia Patricia Coria en Prensa Chica


"ALLA DONDE FUERAMOS..." (Versión de Las Troyanas de Eurípides.) - TEATRO
Adaptación y Dirección: Constanza Maral.
Actores: Constanza Maral, Carlos Alvarez, Jorge Booth, Gloria Husmann, Andrea Kiperman, Angeles Arias, Kary Belossi, Georgina Bernard y Beatriz Elffman.
Teatro Dandelion: Av Córdoba 2429 piso 1 derecha.
Reservas: 4961 3259, juev. vier. y dgo. de 18 a 20 hs.
Funciones: Viernes 21 hs y Domingo 18 hs.

Crítica: Constanza Maral dirige y protagoniza esta obra en su propia sala teatral DANDELION (diente de león), y la primera sorpresa es este teatro, donde cada objeto demuestra o dice: "...es todo lo que necesitaba y entonces me agarre de este proyecto". Hay tantos recuerdos: libros, papeles, muebles, almohadones, cuadros, fotos, y lo notable es que cada cosa tiene un lugar que le fué asignado por el amor, y que Constanza quiso compartir, por eso el lugar todo es como un gran regalo. Se arriesga con una obra difícil, y sale airosa. El teatro clásico tiene sus reglas: denso, declamado, y trágico, el público actual no se inclina mucho por este tipo de obras, pero como dijimos parece que a Maral le encantan los desafíos. En Troya, la antigua ciudad fortificada de la Costa NO de Asia Menor (hoy Turquía), se desarrolla la obra. Los griegos se expandieron enfrentandóse a Troya, que controlaba los accesos a los mares de Mármara y Negro. La guerra finalizó con el largo asedio a la ciudad y su posterior destrucción (1335 A.C.). Eurípides nació muchos siglos después (480 A.C.) por esto mantuvo una postura escéptica ante la religiosidad tradicional. Abordó la tragedia desde un ángulo humano, presentando a los dioses como poderes irracionales. El Caballo de Troya creado por Ulises fué un triunfo de la razón humana, sobre la ceguera de los dioses. En la obra Carlos Alvarez (Poseidón) y Atenea (Andrea Kiperman), muy buenos los dos, aclaran este punto. El coro de mujeres troyanas cautivas son las encargadas de expresar estas contradicciones, y es ahí donde Hécuba, como reina, expresa sus dudas, sus miedos, su verguenza, son gestos más que palabras, y es ahí donde la actuación de Constanza Maral se transforma en buena, pero muy buena. La obra plantea al final porque los vencedores suelen ser tan crueles, y esto es lo que la hace vigente.
Una Andrómaca (Gloria Gusmann)muy buena. Un Taltibio interpretado (Jorge Booth) muy bueno. Es una oportunidad distinta, agarre este proyecto.

sábado, 24 de julio de 2010

Crítica de Alberto Catena - Diario La Nación.



Allá donde fuéramos. Versión libre de Las troyanas, de Eurípides. Libro y dirección: Constanza Maral. Con Constanza Maral, Carlos Alvarez, Gloria Husmann, Angeles Arias, Georgina Bernard, Jorge Booth, Andrea Kiperman, Kary Belossi y Beatriz Elffman. Escenografía y vestuario: Aníbal Duarte. Iluminación: Jorge Leyba. En Dandelión, Córdoba 2429, primer piso. Los viernes, a las 21, y los domingos, a las 18. Duración: 70 minutos.
Nuestra opinión: buena

Obra estrenada en el 415 antes de Cristo, Las troyanas de Eurípides tiene como tema central la denuncia de los horrores de la guerra, un estigma que ha perseguido y desangrado a la humanidad desde los lejanos tiempos de la historia y que, como lo demuestran Irak o Afganistán, sigue despedazando a algunas sociedades del presente. Su peripecia muestra el inhumano sufrimiento de las mujeres de Troya que, tras la derrota de su pueblo, esperan ser llevadas como esclavas a Grecia.

En el texto de Eurípides, los principales responsables de la guerra son los hombres, no los dioses. Esa mirada coloca el tema en el terreno concreto de los intereses de los mortales y permite una lectura más real del conflicto y más afín a un tratamiento contemporáneo. La figura nuclear de la pieza es Hécuba, la anciana reina de Troya a la que Eurípides le había dedicado años antes otra tragedia, con su mismo nombre, donde la exhibía peleando por lograr, con el consentimiento de Agamenón, el castigo de Poliméstor, asesino de su hijo menor Polidoro.

En este nuevo relato, Hécuba tiene un perfil menos filoso que en la tragedia previa. Es un personaje más concentrado, recogido en su dolor. Tal vez esa característica es la que impulsó a la autora del libro de esta puesta -y a la vez protagonista y directora del espectáculo, Constanza Maral- a darle a la versión una tonalidad general de intensidad contenida. Que, obviamente, en un anfiteatro griego no hubiera funcionado, pero que en ese pequeño espacio de representación que ofrece su teatro es adecuado.

La atmósfera visual lograda por la puesta es muy atractiva. En especial por el efecto que producen, sobre un fondo de cortinas oscuras, los distintos colores del vestuario o los recortes lumínicos. Es muy sugestiva la imagen primera del escenario con las mujeres enrolladas en sí mismas, como si fueran diminutos montículos ubicados en círculo, que luego se abren a la luz.

En la actuación, la expresividad está más ubicada en los gestos, sobre todo en Hécuba, que capitaliza sobre ellos mínimas y condensadas manifestaciones del dolor de todas las mujeres. En la transmisión del texto, el rendimiento es desparejo y algunos intérpretes aciertan más que otros en la fuerza dramática o tersura de la elocución. En el conjunto, los más destacados son los trabajos de Constanza Maral, Carlos Alvarez y Gloria Husmann.

Alberto Catena

viernes, 16 de julio de 2010

Crítica de Hugo Manu Correa en www.tranviasydeseos.com.ar


...Allá donde fuéramos: "Tragedia de Destrucción Masiva"

Viernes, 16 de Julio de 2010 17:32
Por Hugo Manu Correa

“Lo malo de los que creen que están en posesión de la verdad, es que cuando tienen que demostrarlo no aciertan a ni una de ellas”. Camino José Cela - Nobel de Literatura.
El rapto de una mujer fue el motivo ...tanto como hoy lo son otras "verdades" que causan similares estragos... la tragedia fue así inevitable con implacables consecuencias.

Distintas épocas, mismos procederes. Hombres importantes. La verdad ninguneada para justificar la barbarie. La batalla como "target" supremo. En medio de ello la justicia, los ideales, los valores, la épica, el amor, todos ellos serán pisoteados sin medir las consecuencias en pos de lograr el cometido mayor: La Guerra.
Una de ellas fue la guerra más emblemática y celebre de todos los tiempos: La Guerra de Troya. La obra de Homero (La Ilíada y la Odisea) se desata luego de que el príncipe troyano Paris rapta a Helena esposa de Menelao Rey de Esparta, quien la reclama y ante la negativa de los troyanos de devolverla perpetúa una descomunal guerra que duro más de 10 años entre troyanos y griegos (aqueos).

Este es el disparador central en “Allá donde fuéramos…” obra que tiene una brillantísima libre adaptación (Constanza Maral) respetando el trazo grueso de esta épica grecolatina, y logra mixturarla con “sonoras” y fácilmente reconocibles palabras de nuestra contemporaneidad. Época (la nuestra) que vive “bombardeada” de palabras “colaterales” como Las Armas de Destrucción Masiva (implícitamente manifiesto en la obra) y otras que nos son cercanas (lamentablemente) a los argentinos.

Helena fue el pretexto de la guerra, como hoy lo es petróleo. Para ello los poderosos se valen de cualquier justificativo para dar lugar, pasando por alto las mismas convenciones que han creado. Ayer fue invadida Troya, hoy lo fueron Afganistán o Irak. Hoy lo hacen para expropiarse de sus recursos, y además (tan doloroso como ello) para arrasar también con la cultura del lugar que socavan: La Biblioteca de Babilonia (Bagdad) destruida y quemada. Así lo espurio y oscuro prevalece, poniendo por un lado el miedo como mecanismo de control (La Guerra).

Constanza Maral (dirección) logra con creces en “Allá donde fuéramos” una emocionante creación artística poniendo en la superficie que ha pasado el tiempo y la actualidad poética de Homero sigue vigente. Las pinceladas de esta versión son retoques que hacen emerger que el tiempo “no ha pasado”. Solo los poderosos han mutado para que nada cambie. En esta estupenda adaptación las imposiciones gramaticales se recortan fácilmente en el horizonte y logran elevar aun más la apuesta poética poniendo “en nuestro rostro” las excusas esgrimidas por los que detentan el poder.

En poco más de una hora vemos que los Troyanos han sido derrotados y las mujeres esperan el azote de sus vencidos. Pues en toda guerra “siempre hay un ganador y perdedor”, tal como dice el Heraldo. Este se pasea con majestuosidad ante las desoladas mujeres (esclavas) que no solo ven la caída de su ciudad, sino que también sienten sus valores más elementales pisoteados y vejados. Los dioses los han abandonado (a los perdedores) y el paisaje yermo que le ofrece el destino es un lugar de destierro y de implacable dolor ante el vencedor que no tendrá miramientos con su accionar.

La obra tiene un riesgo artístico muy grande y sale indemne de ello. Que la obra irrumpa hablando a través del Dios Poseidón pone a las claras ello y si la obra tiene un logro y un "atrevimiento" para jugarse y "camuflarse" entre el ayer y el hoy es justamente ese y es algo que merece ponderarse con creces. Pero en teatro nada es posible si no se cuenta con actores que hagan pasar el conflicto por sus cuerpos y aquí radica el otro punto de apoyo que hace relucir esta hermosa obra. Constanza Maral (brillante en su rol central) logra hacer transcender el conflicto en sus ojos en una emotiva y soberbia actuación. Allí está el núcleo de la tragedia. La misma se espeja en cada mirar de dolor que viaja en cada una de las mujeres que la siguen sin claudicar. El pavor que provoca el Heraldo (gran rol de Jorge Booth) quien se ufanara de su misión ante sus nuevas esclavas, será notablemente concebido, secundado en una actuación coral poderosa, visceral, jugada, de alto riesgo y con una potente carga emocional.

La apuesta tiene una estética poderosa. Lo oscuro prevalece y la luz aparece en cuentagotas. Las vestimentas les dan un halo mítico y místico. La silla roja abandonada tiene una potencia escénica poderosa diciendo que allí ha llegado la decadencia. El negro de las vestimentas condensa lo sombrío del clima que se respira siendo parte de la angustia que viven estas mujeres.

La iluminación y la "fotografía" del lugar son "quirúrgicas", marcando el sendero de la obra. Siempre acompañando la obra y nunca invadiéndola mostrando el tono y la textura precisa logrando así potenciar el esqueleto emocional de la tragedia allí instalada.
Una tragedia y conflicto tan poderoso hace prever un “escarmiento” de movimientos escénicos. Nada de ello ocurre. Las mujeres están de principio a fin “ancladas” en sus sagrados lugares y de allí no se moverán. El dolor se refleja en sus rostros y sus cuerpos están desgarrados por una tierra que conoció la derrota.


“Han ganado con las armas de un cobarde”, le espeta (Constanza Maral) al despiadado, cruel y miserable Heraldo. “Nosotras fuimos vencidas como Héroes”, le espeta haciéndolo ver a este hombre que solo cumple ordenes, lo vacío, el sin-sentido de su proceder, lo espurio de su accionar. (Los cobardes agonizan muchas veces antes de morir... Los valientes ni se enteran de su muerte." Julio César).

Esas mujeres llorando en el suelo con un coro recuerdan la ausencia de Dios en una acción dramática conmovedora tal como el dolor que toda madre lleva en su corazón, luego de ver que a quien dio vida ha muerto. (En la guerra son los padres quienes llevan a los hijos a la tumba”- Herodoto”).

Pdta.: “Aquellos que se creen demasiado inteligentes como para involucrarse en la Política reciben su castigo al ser gobernados por otros que son muchos más tontos que ellos”. Platón

Allá donde fuéramos
Libro y Dirección: Constanza Maral
Asistente de Dirección: Liliana Bertaina
Intérpretes: Constanza Maral, Jorge Booth, Carlos Álvarez, Gloria Husmann, Ángeles Arias, Georgina Bernard, Andrea Kiperman, Kary Belossi, Beatriz Elffman
Escenografía y Vestuario: Aníbal Duarte
Diseño de Iluminación: Jorge Leyba
Maquillaje: Juan Carlos López

lunes, 12 de julio de 2010

Crítica de María Aimaretti - Programa radial "A través de la mirilla" Radio Arinfo


Allá donde fuéramos - Por María Aimaretti

domingo 11 de julio de 2010

Sobre “Allá donde fuéramos…” versión de “Las troyanas” de Eurípides. Libro y dirección de Constanza Maral - Funciones Viernes 21 hs. y domingos 18:00 hs. en Teatro Dandelión Av. Córdoba 2429 1 piso derecha Reservas al TE 4961-3259 www.alladondefueramos.blogspot.com

La violencia es la partera de toda sociedad vieja preñada de una nueva.
Ella misma es una potencia económica (…)
Si el dinero viene al mundo con manchas de sangre en una mejilla, el capital lo hace chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies.

Karl Marx Cap. XXIV “La llamada acumulación originaria” en El capital.

Sin ninguna duda la guerra trastoca la experiencia subjetiva y colectiva de la identidad. El yo y el nosotros cobran una nueva fisonomía y apariencia frente a la violencia y el poder jugados contra un ellos, en una dinámica que compromete la vida y la historia. “Allá donde fuéramos…” es una obra que desde un titulo exquisito nos invita a abismarnos al estallido de la identidad en guerra y sus mutaciones doloras: se alude a tres tiempos coexistentes e imbricados. Por un lado el pasado de un haber sido poderosos, inexpugnables, plenos, libres, en cuerpo y espíritu, en un lugar espacial específico: Troya, lugar de la identidad homogénea, armónica, integral, lugar del ser. Un pueblo como Troya erguido sobre su majestuosidad y voluptuosidad, ligado en el planteo de la puesta al placer y el deleite de la vida, la fecundidad, el canto y la belleza. Por otro lado un futuro en oposición temporal y semántica: ligado a un ser y hacer esclavo, dominado, exiliado, inundado de muerte y desarraigo. La muerte en vida, el vacío: un lugar del que nada se sabe salvo el destino de no ser que entraña. El presente, queda enmarcado en esta paradoja identitaria, en una transición dolorosa, en un tiempo de espera y definición que no hace distinción entre una reina y una sierva, la mujer de un funcionario y una campesina: las mujeres que esperan su destino, son para el poderoso, iguales, un objeto de compra-venta; sustracción, robo, botin, mercancía o chantaje. En ese umbral, en ese espacio-tiempo de pasaje se ubica el tiempo dramático de la obra. “Allá donde fuéramos…”, alude entonces al pasado (o sea a Troya: donde éramos, donde nuestra condición quedaba claramente definida por nuestra idiosincrasia, estructura social y simbólica y membresía religiosa) y al futuro (indefinido pero probable, en alguna tierra griega, ‘allá donde fuéramos a dar con nuestra existencia…’), en un presente continuo cuyo semblante es ser un punto de cambio, de fisura, y por lo tanto de elección, de opción, al menos en el fuero más interno de estas mujeres ¿Qué hacer frente a un destino pre-marcado? ¿cómo seguir siendo en medio de la sustracción del universo social y simbólico que era el nervio intimo de la identidad? La ambigüedad de la frase que da titulo a la obra es de por sí elocuente, y brinda una pista de lectura para el final de la obra: allá donde fuéramos, en plural como grupo, aunque fisicamente solas, es posible seguir manteniendo vivo al pueblo de origen en una memoria activa que cante, susurre y grite en medio de la noche la historia de Troya.

El texto de Eurípides es de una fuerza y una actualidad insoslayable, pero pocas veces una versión llega a ser deleitable. En este caso, Maral ha hecho un trabajo impecable, al igual que su labor como directora. La puesta tiene un ritmo sumamente logrado y prolijo. Simple, austera y mínima en movimientos escénicos, no pierde fuerza en ningún momento, y la prosodia musical del texto recupera en clave contemporánea, la tensión y atractivo de los textos clásicos. Esto es un mérito por parte de la directora y las actrices que conforman el coro, que sorprende por su diversidad, y riqueza interna. Hemos visto en otras puestas de textos clásicos una configuración del coro como masa homogénea e indiferenciada, que si bien aporta desde esa opción una enorme fuerza dramática y espectacular, deja de lado sutilezas y matices que Maral rescata. Sin perder de vista su función, aquí se ha optado por delinear perfiles originales dentro del coro, lo que vuelve atractivo al grupo, que tiene un enorme trabajo corporal y de manejo de energía a pesar de estar prácticamente toda la obra sentadas en círculo.
Esa decisión es también un acierto por parte de Maral que recupera de algún modo la experiencia de las tradiciones sagradas femeninas del círculo de mujeres, como reunión, entramado solidario y genuino de pares.
Sólo el prologo de la obra nos pareció poco lucido, y prescindible, puesto que la performance corporal, gestual y el manejo del ritmo y musicalidad del texto resultó forzado, alterando momentos de ausencia expresiva con otros de sobreactuación. Luego de ésto, una vez en escena las mujeres, la obra adquiere una dinámica propia, homogéna y acabada.
Aquí sólo nos hemos detenido en algunos aspectos, pero recomendamos vivamente este espectáculo, no sólo por la lograda estética propuesta, y el maravilloso texto en el que se origina (Eurípides es un clásico que jamás deja de inquietarnos y hacernos preguntas difíciles), sino porque además nos invita a aventurarnos por los filos de las paradojas que trae la guerra, la violencia y la historia.

lunes, 28 de junio de 2010

RADAR - Página 12


Eurípides y la memoria


"Allá donde fuéramos...": adaptación de la tragedia Las Troyanas por Constanza Maral

Las Troyanas es una clásica tragedia griega compuesta por el filósofo y dramaturgo Eurípides en el siglo V antes de Cristo. En ella se narra lo acontecido a partir del último día de la mítica guerra de Troya, un legendario conflicto bélico (contenido en los poemas épicos La Iliada y La Odisea, de Homero) entre los ejércitos comandados por los reyes griegos y los habitantes de la ciudad de Troya. Ese día los vencedores de la guerra entran a la ciudad en ruinas y toman como esclavas a las mujeres sobrevivientes del bando contrario. Las troyanas del título de la obra son esas mujeres, que se debatirán entre las ganas de no rendirse y la angustia y el dolor por su propia suerte y por la pérdida de sus seres queridos. Ellas saben que, junto con sus vidas, peligra la memoria de los hechos tal cual sucedieron. En esta historia de guerra y desolación (que fue llevada al cine a principios de la década del setenta por Michael Kakogiannis) está basada Allá adonde fuéramos, la obra de la directora y dramaturga Constanza Maral que se presenta todos los viernes y los domingos en el nuevo y pequeño teatro Dandelión de Buenos Aires. Con una correcta puesta en escena y una sobria iluminación como telón de fondo, en la obra aparecen personificados el dios del mar, Poseidón, y la diosa del pensamiento y la guerra, Atenea, la ex reina de Troya, Hécuba, el heraldo griego Taltibio, Andrómaca y otras siete mujeres troyanas. Del elenco participan, además de la misma Maral, Jorge Booth, Kary Belossi, Beatriz Elffman, Georgina Bernard y Andrea Kiperman, entre otros. Allá adonde fuéramos logra recrear y transmitir muy bien el clima hostil y opresivo de un clásico de la literatura griega.

Allá adonde fuéramos se presenta los viernes a las 21 y los domingos a las 18 en el teatro Dandelión, avenida Córdoba 2429 1er. piso derecha. Reservas al teléfono 4961-3259

miércoles, 23 de junio de 2010

Crítica de Rafael Granado - VeaMás Magazine


“Allá donde fueramos…” basada en un clásico de Eurípides.

LA IMPIEDAD DE CUALQUIER GUERRA.

La historia arranca en el último día de una contienda feroz y describe las secuelas que deja en el pueblo troyano, derrotado por los griegos. El dolor de las viudas cuyos hombres fueron vencidos enmarca el alegato contra una guerra que puede extender sus sombras a los desoladores enfrentamientos en el mundo actual. Impecable puesta y actuación central de Constanza Maral, quien concretó un
arrasador tono trágico.


No se trata de una versión ajustada a "Las Troyanas", de Eurípides (480 a.C. – 406 a.C.) el poeta griego que cultivó la tragedia con estilo propio. Tras rigurosas investigaciones alrededor del texto y de sus personajes surgió esta interesante adaptación que se mantiene fiel al original en sus aspectos esenciales. Ambientada en la última jornada de una sangrienta lucha que duró diez años, cuando ya los griegos habían conseguido derrotar a los troyanos (victoria que incluyó la trampa, convertida en leyenda, del caballo de madera que entró en Troya con un grupo de soldados escondidos en su interior).

"Allá donde fueramos…" describe la angustia de las viudas de la ciudad que fue vencida.
Mujeres que cargan con el inmenso dolor del asesinato de sus esposos, de sus hijos jóvenes, de un niño que hubiera sido el futuro rey troyano y que sufren las terribles imágenes de la patria incendiada. Además de saber que serán entregadas como esclavas a los implacables griegos que triunfaron. Corazones y tierra arrasados. En medio de quejidos se yergue la figura de Hécuba, ex reina de Troya, que lanza sus verdades sin ocultar la desazón que también a ella la desborda.
De los restantes personajes fundamentales, la versión escrita por Constanza Maral rescata a Poseidón. Dios del mar, a la diosa Palas Atenea, al heraldo griego Taltibio, a la sacerdotisa Casandra y a Andrómaca, que fuera esposa de Héctor, uno de los hijos de Hécuba. No falta, asimismo, un ingrediente clave: el coro femenino, que con sus frases fuertemente dramáticas termina de pintar un panorama sombrío. Apenas se filtran los sensibles recuerdos que aún genera la tierra invadida. A la vez, determinados conceptos troyanos proclaman un vibrante homenaje a sus héroes.

Como ocurre con los grandes autores, en este caso Eurípides, sus creaciones trascienden los límites del tiempo en que transcurre el relato y se proyectan hacia el futuro, sin perder vigencia. Aquí el tema central es la guerra y sus secuelas de desolación, de incertidumbre, de muerte. Hoy, en pleno siglo XXI, el mundo sigue estallando en combates devastadores, en ataques suicidas, en permanentes confrontaciones ideológicas que entorpecen o frustran cualquier deseo de paz.
Y también emerge, en su línea argumental, a manera de contracara, la decisión de mantener la memoria, el anhelo de que siempre evoquen a Troya y a sus habitantes, de que aquello hermoso que existió no se desvanezca con el paso de las centurias. Todo este enfoque narrativo enriquece minuto a minuto a Allá donde fuéramos... a través de diálogos sustanciosos, de significativas y poéticas metáforas, de razonamientos inquietantes. Maral supo conjugar en su versión una sólida estructura teatral y el inestimable valor de las palabras.

La puesta, que le pertenece, coloca el acento en un despojamiento visual que impacta. Apoyándose en ese criterio de montaje, elaboró un denso aire de tragedia (que se respira constantemente), imprescindible en esta obra emblemática, inscripta en ese género. Vestidos negros, pañuelos en las cabezas de las mujeres y rostros con gestos de abatimiento completan los climas requeridos. Al frente del elenco, Constanza Maral compone a Hécuba con una envolvente gama de matices, transmitiendo a fondo las instancias anímicas de su intenso personaje. Es una actriz que, acaso, todavía no tuvo el total reconocimiento popular que merece su valiosa trayectoria.

En cuanto a Carlos Alvarez, Jorge Booth, Gloria Husmann, Andrea Kiperman, Angeles Arias, Kary Belossi, Georgina Bernard y Beatriz Elffman cumplen solventes interpretaciones, en esta pieza que termina con una potente frase de Hécuba: "Mi cuerpo va como esclavo; mi alma está más libre que
nunca!".

Rafael Granado

veamas@yahoo.com.ar

martes, 22 de junio de 2010

Crítica de Norma Dumas - 26 Noticias


Allá donde fuéramos” es el inspirado y perfecto tributo espiritual, cultural y anímico con que una excelsa y sensitiva Constanza Maral evoca a Eurípides y a su monumental concepción de “Las Troyanas”. Perfectamente arraigada a la mítica liturgia de la Tragedia y a su inmortalidad en el devenir del tiempo y del espacio, Constanza Maral sublimiza augustamente la esotérica fecundidad de Eurípedes en una puesta sugestiva y subyugante, munida del vigor y la arrogancia contenida,desde siempre, en el mundo y sub-mundo de los clásicos. En la “Sala Dandelión “, ubicada en el 2429 de la calle Córdoba , este espectáculo se registra cada Viernes a las 21 y los domingos a las 18 hs contando , sin lugar a dudas, con un Eurípedes eternamente agradecido y un público eternamente gratificado. Moraleja: esta cita con Constanza Maral y su proyectivo elenco, reivindica la magia del teatro y sugiere que no todo está perdido en el mítico universo de las candilejas. Norma Dumas - 26 Noticias.

Crítica en Teatros Argentinos



ALLÁ DONDE FUÉRAMOS (en Teatro Dandelión)

El domingo fuimos al Teatro Dandelión en Córdoba 2429 1º piso a la derecha. Al ingresar nos encontramos con un espacio de arte ambientado de manera exquisita. Todo es lindo y armónico, las paredes, los pisos, los muebles, la decoración. En el ambiente en general hay un clima de paz y armonía. Nos recibieron con café y jugos y así amenizamos la breve espera para ver la función. La gente es amable y realmente todo hace que el estar allí se convierte en un momento por demás agradable. Y ahora sí estamos listos para ver la función.
"Allá donde fuéramos" es una versión de Las Troyanas de Eurípides, escrita y dirigida por Constanza Maral. La obra habla de la caída de Troya y de esas mujeres que lo han perdido todo. Cuenta la historia de Troya, su cúspide y su decadencia. En ella aparecen Poseidón (Carlos Alvarez) y Palas Atenea; la reina Hécuba (Constanza Maral), esposa de Príamo y madre de Héctor; Andrómaca y su bebé; Taltibio (Jorge Booth) y las mujeres troyanas (Gloria Husmann, Andrea Kiperman, Ángeles Arias, Kary Belossi, Georgina Bernard, Beatriz Elffman).
Es una obra sin excesos, donde todo está muy cuidado y prolijo.
Esas mujeres cargan con un dolor irreparable pero a pesar de eso, son portadoras de una inmensa fuerza. Su lamento y sus angustias son tangibles y en apariencia, irreversibles; y aún cuando caminan entre el dolor, la muerte y la esclavitud, están decididas a no rendirse.
Constanza Maral nos deleita con su Hécuba a la que interpreta con profundidad y experiencia. El elenco es muy correcto, suma con su desempeño y logran, todos, un óptimo resultado.
La puesta de luces es impecable, el vestuario de Anibal Duarte y las máscaras de Walter Lamas están bien cuidados y también sin estridencias, como toda la obra.
Es una obra para destacar, con una lograda recreación de la época y vale la pena verla.

http://teatrosargentinoscritica.blogspot.com/2010/05/alla-donde-fueramos-en-teatro-dandelion.html

Crítica de María Eugenia D´Alessio www.asalallenaonline.com.ar



En las ruinas de Troya no queda nada; los hombres han muerto, todos vencidos luego de ser engañados por el regalo de un anónimo que ellos mismos dejaron entrar por la puerta grande la ciudad: el caballo de Troya. Quedan solamente vestigios de la ciudad preferida por los dioses. Quedan también las mujeres, tan fuertes como sus hombres aniquilados.

Tomadas como esclavas, las troyanas esperan saber su suerte mientras recuerdan lo que perdieron y a los que amaban. Saben que serán separadas y que cada una deberá afrontar su propio destino, lejos de las demás y de su propia tierra; pero también saben que de ellas depende que lo perdido no quede en el olvido y que la verdad de cómo fueron los sucesos se sepa. Su único patrimonio es lo que son y la fuerza interior que las mantiene vivas. A donde sea que vayan deberán llevar esto como único medio para sobrevivir.

La desolación y la angustia marcan el ritmo de esta puesta cuya fuerza está en el desenvolvimiento actoral, que sobresale en la piel de Constanza Maral y de Jorge Booth. La escenografía (a cargo de Anibal Duarte) prácticamente no existe, como tampoco existe ya Troya en esta puesta clásica, con una temática por demás actual. Por otro lado, se destaca también el diseño de la iluminación (Jorge Leyba), que acentúa tanto el sentido de melancolía como de desamparo, y la vez crea un halo de misterio alrededor de los personajes oscuros. El vestuario (también de Duarte) –aunque con algunos errores que se notan bastante y que sacan del ensueño de la representación- y las máscaras (diseñadas por Walter Lamas), dan a la puesta un toque especial y transportan al espectador a aquellos años remotos. Textos agudos, profundos, que marcan el dolor que produce una guerra a la que se llega por la ambición desmedida de los hombres, que no miden consecuencias.


María Eugenia D´Alessio
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