miércoles, 23 de junio de 2010
Crítica de Rafael Granado - VeaMás Magazine
“Allá donde fueramos…” basada en un clásico de Eurípides.
LA IMPIEDAD DE CUALQUIER GUERRA.
La historia arranca en el último día de una contienda feroz y describe las secuelas que deja en el pueblo troyano, derrotado por los griegos. El dolor de las viudas cuyos hombres fueron vencidos enmarca el alegato contra una guerra que puede extender sus sombras a los desoladores enfrentamientos en el mundo actual. Impecable puesta y actuación central de Constanza Maral, quien concretó un
arrasador tono trágico.
No se trata de una versión ajustada a "Las Troyanas", de Eurípides (480 a.C. – 406 a.C.) el poeta griego que cultivó la tragedia con estilo propio. Tras rigurosas investigaciones alrededor del texto y de sus personajes surgió esta interesante adaptación que se mantiene fiel al original en sus aspectos esenciales. Ambientada en la última jornada de una sangrienta lucha que duró diez años, cuando ya los griegos habían conseguido derrotar a los troyanos (victoria que incluyó la trampa, convertida en leyenda, del caballo de madera que entró en Troya con un grupo de soldados escondidos en su interior).
"Allá donde fueramos…" describe la angustia de las viudas de la ciudad que fue vencida.
Mujeres que cargan con el inmenso dolor del asesinato de sus esposos, de sus hijos jóvenes, de un niño que hubiera sido el futuro rey troyano y que sufren las terribles imágenes de la patria incendiada. Además de saber que serán entregadas como esclavas a los implacables griegos que triunfaron. Corazones y tierra arrasados. En medio de quejidos se yergue la figura de Hécuba, ex reina de Troya, que lanza sus verdades sin ocultar la desazón que también a ella la desborda.
De los restantes personajes fundamentales, la versión escrita por Constanza Maral rescata a Poseidón. Dios del mar, a la diosa Palas Atenea, al heraldo griego Taltibio, a la sacerdotisa Casandra y a Andrómaca, que fuera esposa de Héctor, uno de los hijos de Hécuba. No falta, asimismo, un ingrediente clave: el coro femenino, que con sus frases fuertemente dramáticas termina de pintar un panorama sombrío. Apenas se filtran los sensibles recuerdos que aún genera la tierra invadida. A la vez, determinados conceptos troyanos proclaman un vibrante homenaje a sus héroes.
Como ocurre con los grandes autores, en este caso Eurípides, sus creaciones trascienden los límites del tiempo en que transcurre el relato y se proyectan hacia el futuro, sin perder vigencia. Aquí el tema central es la guerra y sus secuelas de desolación, de incertidumbre, de muerte. Hoy, en pleno siglo XXI, el mundo sigue estallando en combates devastadores, en ataques suicidas, en permanentes confrontaciones ideológicas que entorpecen o frustran cualquier deseo de paz.
Y también emerge, en su línea argumental, a manera de contracara, la decisión de mantener la memoria, el anhelo de que siempre evoquen a Troya y a sus habitantes, de que aquello hermoso que existió no se desvanezca con el paso de las centurias. Todo este enfoque narrativo enriquece minuto a minuto a Allá donde fuéramos... a través de diálogos sustanciosos, de significativas y poéticas metáforas, de razonamientos inquietantes. Maral supo conjugar en su versión una sólida estructura teatral y el inestimable valor de las palabras.
La puesta, que le pertenece, coloca el acento en un despojamiento visual que impacta. Apoyándose en ese criterio de montaje, elaboró un denso aire de tragedia (que se respira constantemente), imprescindible en esta obra emblemática, inscripta en ese género. Vestidos negros, pañuelos en las cabezas de las mujeres y rostros con gestos de abatimiento completan los climas requeridos. Al frente del elenco, Constanza Maral compone a Hécuba con una envolvente gama de matices, transmitiendo a fondo las instancias anímicas de su intenso personaje. Es una actriz que, acaso, todavía no tuvo el total reconocimiento popular que merece su valiosa trayectoria.
En cuanto a Carlos Alvarez, Jorge Booth, Gloria Husmann, Andrea Kiperman, Angeles Arias, Kary Belossi, Georgina Bernard y Beatriz Elffman cumplen solventes interpretaciones, en esta pieza que termina con una potente frase de Hécuba: "Mi cuerpo va como esclavo; mi alma está más libre que
nunca!".
Rafael Granado
veamas@yahoo.com.ar
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